¡TODO VA A ESTAR BIEN!

Una mujer de 26 años comparte con nosotros su testimonio un año después de dejar la vida religiosa

Decidí compartir mi testimonio pensando que quizá a otras personas que están en situaciones similares, puedan saber que no están solas, que sepan que somos varias las que estamos en la misma lucha, en el mismo camino…

Empecé esta travesía en una edad habitual, cuando recién te haces mayor de edad o tal vez un poco más. ¡Estaba dispuesta a ir «por la senda estrecha»! Y dejarlo TODO por Él. Quienes hayan tenido una atracción por Dios y la vida religiosa, podrán comprender tal deseo de entrega.

Empecé en una comunidad con todas las ilusiones del caso, intentando asimilar todas las exigencias del estilo de vida que estás dispuesta a abrazar. Sobra decir que es un camino de muchos sacrificios y hasta de lágrimas, pero también de mucho gozo interior… ¡Sientes que es Dios el único que puede llenarte!

Sin embargo, con el paso del tiempo, vas dándote cuenta que en una comunidad se intentan vivir misterios sobrenaturales pero, en ambientes muy naturales… Para mí, ¡aquí empezó el desafío!

Los problemas en la convivencia creería que son los que más dificultan la entrega… Estás ahí con personas con las que a lo mejor no logras sintonizar del todo, es lo normal… Diversidad de culturas, costumbres, personalidades, ideas, formas de pensar… Unas te caen muy bien y otras no tanto, pero ¡haces el esfuerzo de quererlas a todas con el corazón de Cristo!

En mi caso, empecé a tener muchos problemas en este punto; haces todo lo que puedes pero sencillamente no te da… Creo que estuvimos en un ambiente que favorecía los comentarios «picantes» y acaban derribándote, sumado a que la situación de tensión en la que estás, termina distorsionando en ti la imagen del Evangelio y de un carisma que bien vivido, refleja un deseo de Dios…

No comparto este testimonio para señalar a las superioras o a las hermanas con las que me tocó convivir… Sencillamente creo que en las comunidades hay momentos de mucha debilidad que afectan a todos sus miembros y en mi caso, no fui capaz de continuar.

Ahora que he «vuelto al mundo», quisiera compartir que no ha sido nada fácil… Tienes que volver a empezar de cero y a veces te sientes entre el cielo y la tierra, sin rumbo y hasta sin remos, a veces sientes que simplemente no encajas… Tienes días tranquilos y días en los que parece que todo está destinado a caerse sobre ti… Es un momento para repensarse la propia vida: ¿Por dónde me lleva ahora Dios? ¿Cómo reorientar mi vocación? ¿Qué trabajo puedo hacer que no solo me genere ingresos sino que también me guste? ¿Dónde voy a vivir?, etc..

Trabajo arduo y fatigoso, pero sencillo si te abres a la vida, a las nuevas oportunidades, a lo que Él vaya disponiendo para ti (aunque no lo comprendas)… ¡Aceptar es una ganancia!

Creo que en este camino, que los que lo atraviesan sabrán cuán doloroso es, Dios nos invita a buscarlo a Él por encima de todo: lugares, personas, circunstancias… Y a CONFIAR ciegamente en que estamos en SUS manos. Vivir con la convicción de que ¡TODO VA A ESTAR BIEN!

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