La responsabilidad moral hacia aquellos que eligen una vida secularizada

La equidad hacia la vida secularizada y exclaustrada

Hortensia López Almán vio truncada su vocación como carmelita descalza en mayo de 2015, cuando tenía 41 años. Incapaz de soportar más, decidió abandonar debido a experiencias de abuso de poder por parte de varias prioras. En ese momento, denunció sentirse como una «marioneta» y se le prohibió incluso escribir al Papa para compartir su situación. A pesar de buscar ayuda en diferentes instancias eclesiales, nadie la escuchó. Este episodio marcó el fin de una vida dedicada a la vida religiosa, dejándola sin apoyo moral o económico.

Al igual que muchos sacerdotes y consagrados que abandonan su vocación, Hortensia López Almán comparte con Vida Nueva cómo tuvo que reiniciar su vida debido a sus propias circunstancias. Aunque enfrentó dificultades, logró superarlas. Impulsada por el deseo de proporcionar el apoyo que a ella se le negó, fundó la Asociación Extramuros, de la cual es presidenta. Junto a otros que han experimentado una trayectoria similar, el grupo comenzó su andadura el 2 de enero de este año (iniciando la difusión de su labor en julio a través de su propia página web). Su enfoque se centra en ofrecer un acompañamiento integral, y aunque reconocen que su proyecto es ambicioso y están dando pasos cautelosos, su primera tarea es concienciar sobre su causa.

Abrazando la diversidad de caminos

Hortensia López Almán está convencida de que este problema es desconocido para la opinión pública. En sus conversaciones, se da cuenta de que las personas con las que habla no tienen idea de lo que significa ser secularizado y mucho menos comprenden que, al dejar la vida religiosa, la persona queda desprovista de apoyo por parte de la institución eclesial. Existe una falsa creencia de que quienes atraviesan esta experiencia reciben automáticamente ayuda económica, y la sorpresa es evidente cuando se enteran de la realidad.

En cuanto al acompañamiento que brindan a través de la Asociación Extramuros, Hortensia destaca que se ajusta a las necesidades individuales. La mayoría de quienes se ponen en contacto con ella buscan desahogarse y recibir orientación. Observa un considerable temor a abordar el tema en público, ya que estas personas llevan consigo un dolor profundo y numerosas heridas que requieren tiempo y cuidado para sanar.

Profesionales en psiquiatría y psicología con especialización

Reconociendo la complejidad de este desafío, aquellos que ofrecen acompañamiento integral no están solos. La autora destaca la necesidad de contar con psiquiatras y psicólogos especializados en la atención de personas religiosas. Sin embargo, señala una dificultad adicional: aunque los religiosos y sacerdotes acuden a consultas con estos profesionales, lo hacen de manera discreta debido al estigma asociado. Además, la falta de ejemplos en libros o artículos escritos por psicólogos y psiquiatras que los religiosos puedan relacionar con su experiencia complica que expresen abiertamente sus problemas.

En este contexto, la autora del libro ‘Cuidemos la vida consagrada’ destaca la expectativa de quienes han consagrado su vida a Dios y la Iglesia de recibir apoyo continuo, no solo en momentos de fervor y entusiasmo, sino también en tiempos de crisis, hasta el final de sus días. Sin embargo, lamenta que la mayoría de obispos y superiores de congregaciones no están conscientes de esta necesidad de acompañar a quienes una vez fueron parte de su comunidad.

Apoyo individualizado

secularizada

En esta etapa inicial de la Asociación Extramuros, el objetivo principal es proporcionar un acompañamiento personalizado a cualquier persona que busque su ayuda. Se busca abordar este tema con naturalidad, tomando como ejemplo positivo las ocasiones en las que el papa Francisco se ha reunido con sacerdotes secularizados, compartiendo estos encuentros con sus familias. López Almán enfatiza que esto es una necesidad dentro de la Iglesia y considera que es un deber de justicia.

Esta iniciativa se conecta parcialmente con las deliberaciones del Sínodo de la Sinodalidad, cuya primera fase se llevó a cabo en octubre en Roma. En la síntesis final, se incluyó un punto que insta a «considerar, caso por caso y contexto por contexto, la conveniencia de incluir a los presbíteros que han dejado el ministerio en un servicio pastoral que mejore su formación y experiencia». Sin embargo, esta propuesta generó cierta controversia, con 53 de los 344 padres y madres sinodales votando en contra. La presidenta de la Asociación Extramuros evalúa esta propuesta con matices: «Si la reflexión se centró solo en los sacerdotes secularizados, fue incompleta; debería incluir a todos los que han estado en la vida consagrada, en cualquiera de sus formas».

Además, «dado que es necesario evaluar cada caso de manera específica, no es suficiente con una carta general emitida desde la Santa Sede, como sucede con los abusos de autoridad y conciencia en la vida consagrada femenina. He leído algunos artículos que, desde la Santa Sede, reconocen el problema y lo llaman ‘la lacra de la Iglesia’. Sin embargo, esto no basta; deben abordar cada denuncia de manera individualizada y brindar justicia a cada víctima de forma personalizada».

https://www.vidanuevadigital.com/2023/11/20/un-deber-de-justicia-con-los-secularizados-y-exclaustrados/

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