El beneficio de la escucha

Una de las grandes dificultades que encuentran las personas secularizadas y exclaustradas es encontrar a alguien que quiera escucharle. De esta forma no consiguen verbalizar sus pensamientos, sus emociones y sus sentimientos. Tener que reprimirlos les genera dolor emocional, que muchas veces se manifiesta de manera física y surgen enfermedades psicosomáticas tales como gastritis, fibromialgia, migrañas, problemas gastrointestinales, etc. Por tanto, poder expresar sus emociones, verbalizarlas, les brinda gran ayuda para mantenerse sanos, pues lo que callan se expresa a través de diversas dolencias físicas.  Además, poner los sentimientos en palabras hace que la tristeza y el enojo sean menos intensos.

Sucede que los secularizados y exclaustrados, y especialmente los secularizados, no son escuchados, pues generan malestar, ya que transmiten problemas y situaciones incómodas para la institución, institución que, en lugar de buscar las soluciones adecuadas, prefiere optar por culpabilizarlos y aislarlos, creando así en la opinión pública la mentalidad de que son infieles y desertores. A un secularizado le cuesta encontrar ayuda porque se ve juzgado de inmediato y no se le ofrece la oportunidad de verbalizar lo que está viviendo.

Sin embargo, escuchar favorece la resolución de conflictos, permite desarrollar habilidades tales como la empatía, lo que lleva a un mejor entendimiento y colaboración entre ambas partes. Además, demuestra respeto, interés y confianza hacia el otro.

Escuchar atento ayuda, tanto a uno como otro, a mantener la calma cuando se trata de una crisis o discutir un tema sensible. Al adoptar una actitud de escucha apartamos nuestros pensamientos y nos concentramos en las expresiones del otro. Podemos observar bien al interlocutor, percibir su lenguaje no verbal, su tono de voz. Una buena escucha ofrece la posibilidad a la persona que está hablando de comunicar y expresar sus pensamientos, sus emociones y sus sentimientos; y el oyente tiende a tener más autoestima y una mejor imagen de sí mismo, ya que la escucha trabaja hacia el establecimiento de relaciones positivas.

En definitiva, escuchar aumenta la confianza, ayuda a comprender las perspectivas de los demás, mejora las relaciones, fomenta la empatía, muestra respeto hacia el otro, evita malentendidos, ayuda a tomar mejores decisiones y a resolver conflictos.

Si te decidieras a escuchar a las personas secularizadas y exclaustradas, conocerías a personas maravillosas que están en una situación de crisis y que luchan por salir de ella. Personas que se han visto envueltas en graves problemas, pero no han optado por el cisma, no se han separado de la Iglesia, se esfuerzan por sobrevivir. Otros han descubierto que realmente no tienen vocación para la vida consagrada o el sacerdocio y con valentía han decidido dejarlo, prefieren ser coherentes consigo mismos y con los demás.

Ninguno de ellos merece ser tratado como infiel o desertor.

Cuando alguno de ellos se acerque a ti buscando un hombro amigo, no lo juzgues. Escúchalo.

 

Hortensia López Almán

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