Palabras del cardenal José Cobo en la clausura del Congreso Jordán

El cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, clausuró el I Congreso Internacional sobre Abuso de Poder en la Iglesia llevado a cabo por el proyecto Jordán, realizando una serie de consideraciones que resumen la postura de la Iglesia ante esta cuestión que nuestra Asociación, desde su constitución, ha tratado de dar visibilización y concienciar para su erradicación.

En su conferencia de clausura se detiene en siete puntos que, en estas líneas, pretendemos resumir.

Lo primero que hace es afirmar que las víctimas nos afectan a todos. D. José Cobo expresó textualmente que “todos estamos concernidos por su dolor y por el deber de repararlo y revisar seriamente nuestros errores”. Están las víctimas, están los victimarios, está la comunidad cristiana y no en último lugar de responsabilidad, estamos aquellos que estamos llamados al cuidado y a la guarda de esta comunidad y especialmente de sus miembros más vulnerables.

En segundo lugar, nos llama a reflexionar y hacer examen de conciencia sobre lo que viene sucediendo. Por supuesto, no se debe olvidar que la mayoría de los curas, de los religiosos y religiosas desarrollan generosamente su tarea con

un cuidado enorme. Sin embargo, el respeto al dolor de los que son dañados nos impulsa exigirnos, a reflexionar y a investigar todas las formas de abuso, incluidas las más sutiles, como es el abuso de conciencia.

En tercer lugar, y como venimos diciendo desde nuestra Asociación, expresó que casi siempre, junto con el abuso de conciencia encontramos el abuso de poder, que a veces concluye en abuso sexual. Mediante la imposición de una espiritualidad manipuladora se viene ocasionando un infinito dolor a la víctima, dolor que queda escondido detrás de su silencio y repliegue personal.

En cuarto lugar, alegó que “el abuso y así lo vemos, implica siempre prevalimiento”, una asimetría de relaciones que “cuando se hace en nombre de Dios multiplica la diferencia entre abusador y abusado, donde se juega a confundir la voluntad de Dios con la lascivia del agresor y se produce una distorsión que llega a violentar a la víctima hasta límites insospechados y acaba cosificando a la víctima”. Poder sagrado y asimetría, mezclada con fragilidad moral, que reclama la exigencia de un estricto e inequívoco código deontológico y una atención muy especial. Cuestiones que, como no puede ser de otra forma, coinciden con los fines para los que nació nuestra Asociación Extramuros. Ayuda a las Personas Secularizadas.

En quinto lugar, el Cardenal Sr. Cobo, manifiesta que hay que hacer una seria revisión sobre el uso de la autoridad de los ministros líderes y acompañantes y determinadas pseudo-teologías y pseudo-eclesiología que se han olvidado del Concilio Vaticano II y que facilitan formas despóticas del ejercicio ministerial, revestidas indebidamente de autoridad divina y que esconden verdaderamente unas pretensiones ilegítimas. Y es que la autoridad se debe basar en el servicio y en la compasión, nunca en el dominio, la exclusividad y el arrebatamiento de la libertad de la persona. Por eso reclama, ante los abusos, intervenciones estructurales.

En el sexto y séptimo punto tratado, el Cardenal Sr. Cobo destacó la necesidad de superarse ciertas malas prácticas en el seno de la Iglesia: “Las víctimas, muchas, pertenecen a la Iglesia, que puede y debe ser para ellas un ámbito sagrado de sanación”. De modo que nos pidió a los allí presentes que no tuviéramos miedo a la verdad, aunque nos duela. “Os pido que no olvidemos la supervisión en toda forma de manejo del poder. Necesitamos de conversión y de una revisión de nuestras formas y de nuestros modos de actuar. Necesitamos invertir en prevención y en formación”.

Y es que se debe fomentar formas sanas de liderazgo que no dañen a nadie y que sean fecundas en el desarrollo armonioso de la vida cristiana. Se debe atender a las víctimas. Lo que importa es el dolor de la persona e intentar saber cómo aliviarlo, denuncie o no denuncie, esté prescrito o no esté prescrito el delito, haya fallecido o no haya fallecido el autor del daño recibido.

Como conclusión final, sus palabras resaltaron la importancia de acoger con calidez a las víctimas, escucharlas, y acompañarlas. “No podemos quedar parados. Hemos avanzado mucho en este Congreso, pero no hay que quedarse parados en el campo de los abusos espirituales y de conciencia”.

Efectivamente, y haciendo nuestras sus palabras, en esta cuestión no se ha hecho más empezar y en este camino de lucha contra el abuso de poder en la Iglesia tenemos que seguir avanzando hacia su completa erradicación, a la vez que conseguir, por ser de justicia, la debida reparación integral de las víctimas del abuso de poder ejercido desde la Iglesia.

 

Mª Ángeles Serrano Ochoa

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