RESILIENCIA

La resiliencia o entereza es la capacidad para adaptarse a las situaciones adversas con resultados positivos.

La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos psicológicos en función de las nuevas circunstancias y de nuestras necesidades. De esta manera, las personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.

Las personas secularizadas y exclaustradas están atravesando una situación difícil, deben aprender a ser resilientes, pues las personas resilientes no nacen, se hacen, lo que significa que tienen que luchar contra las circunstancias adversas que se les presentan. Una persona resiliente ha probado varias veces el fracaso y no se ha dado por vencida. Al encontrarse al borde del abismo, da lo mejor de sí y desarrolla las habilidades necesarias para enfrentarse a los diferentes retos de la vida.

Para las personas resilientes no existe una vida dura, sino momentos difíciles.  Se trata de una manera diferente y más optimista de ver el mundo, ya que son conscientes de que después de la tormenta llega la calma. De hecho, estas personas a menudo sorprenden por su buen humor y nos hacen preguntarnos cómo es posible que, después de todo lo que han pasado, puedan afrontar la vida con una sonrisa en los labios.

Sea cual sea la causa por la que el secularizado o exclaustrado haya dejado la vida consagrada, por lo general su nueva situación la vive de forma estresante, lo que le puede generar un trauma psicológico.

El trauma puede originar una amplia gama de síntomas físicos y emocionales, aunque no todos los que experimentan un evento estresante desarrollarán un trauma. Hay factores de riesgo que influyen en el desarrollo de estrés postraumático. Destaco los que tienen lugar después del acontecimiento traumático:

  • Ausencia de un buen apoyo social
  • No poder hacer nada con lo sucedido
  • Sumirse en la autocompasión y el rechazo por uno mismo (mentalidad de víctima)
  • Ser pasivo más que activo… es decir, dejar que las cosas sucedan
  • Ser incapaz de dar sentido al sufrimiento
  • Desarrollar un trastorno por estrés agudo (TEA)
  • Experimentar, durante el acontecimiento traumático o poco después, una reacción inmediata de arousal fisiológico1 (aumento de la presión sanguínea, reacción de sobresalto, etc.) y síntomas de evitación o embotamiento

Es más probable que las personas más extrovertidas, es decir, personas orientadas hacia los demás, con más apertura emocional, perseverancia en el logro de objetivos y capacidad de llegar a acuerdos, saquen fuerzas de la adversidad y el trauma para enfrentarse a la situación.

Asimismo, la creencia de que el control de lo que ocurre no depende de fuerzas externas, sino que está en el interior y de la capacidad de recompensarse a uno mismo por su propia conducta, la autoeficacia (la sensación de confianza en la propia capacidad de enfrentamiento), la sensación de coherencia (el reconocimiento de que hasta los acontecimientos traumáticos más importantes son comprensibles, significativos y manejables) y la resistencia o fortaleza, son factores importantes que pueden influir en el modo en que uno reacciona al trauma. También es posible enfrentarse mejor a los acontecimientos traumáticos si uno está motivado, tiene una actitud optimista, posee un estilo activo de enfrentamiento y ha superado con éxito otras crisis.

Las personas secularizadas y exclaustradas han afrontado ya muchas adversidades. Ahora se enfrentan a una totalmente nueva para ellas y deben usar las mismas habilidades aprendidas en situaciones anteriores. 

    1. Deben ser conscientes de sus potencialidades y limitaciones. El autoconocimiento es un arma muy poderosa para enfrentar las adversidades y los retos, y las personas resilientes saben usarla a su favor. Estas personas saben cuáles son sus principales fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones y defectos. De esta manera pueden trazarse metas más objetivas que no solo tienen en cuenta sus necesidades y deseos, sino también los recursos de los que disponen para conseguirlas.
    2. Deben ser creativas. La persona con una alta capacidad de resiliencia no se limita a intentar pegar el jarrón roto, es consciente de que ya nunca volverá a ser la misma, no volverá a vivir su consagración a Dios en las circunstancias en que lo ha hecho hasta ahora y eso no supone para ella ningún problema. El resiliente hará un mosaico con los trozos rotos, y transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil. De lo vil, saca lo precioso.
    3. Deben confiar en sus capacidades. Al ser conscientes de sus potencialidades y limitaciones, las personas resilientes confían en lo que son capaces de hacer. Si algo les caracteriza es que no pierden de vista sus objetivos y se sienten seguras de lo que pueden lograr. No obstante, también reconocen la importancia del trabajo en equipo y no se encierran en sí mismas, sino que saben cuándo es necesario pedir ayuda.
    4. Deben asumir las dificultades como una oportunidad para aprender. A lo largo de la vida enfrentamos muchas situaciones dolorosas que nos desmotivan, pero las personas con un alto nivel de resiliencia son capaces de ver más allá de esos momentos y no desfallecen. Estas personas asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio, para aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Cuando se enfrentan a una adversidad se preguntan: ¿qué puedo aprender yo de esto?
    5. Deben tener conciencia plena. Las personas resilientes tienen el hábito de estar plenamente presentes, de vivir en el aquí y ahora y tienen una gran capacidad de aceptación. Para estas personas el pasado forma parte del ayer y no es una fuente de culpabilidad y zozobra mientras que el futuro no les aturde con su cuota de incertidumbre y preocupaciones. Son capaces de aceptar las experiencias tal y como se presentan e intentan sacarles el mayor provecho. Disfrutan de los pequeños detalles y no han perdido su capacidad para asombrarse ante la vida.
    6. Deben ver la vida con objetividad, pero siempre a través de un prisma optimista. Las personas resilientes son muy objetivas, saben cuáles son sus potencialidades, los recursos que tienen a su alcance y sus metas, pero eso no implica que no sean optimistas. Al ser conscientes de que nada es completamente positivo ni negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos positivos y disfrutan de los retos. Estas personas desarrollan un optimismo realista, y están convencidas de que por muy oscura que se presente su jornada, el día siguiente puede ser mejor.
    7. Deben rodearse de personas que tengan una actitud positiva. Las personas que practican la resiliencia saben cultivar sus amistades, por lo que generalmente se rodean de personas que mantienen una actitud positiva ante la vida y evitan a aquellos que se comportan como vampiros emocionales. De esta forma, logran crear una sólida red de apoyo que les puede sostener en los momentos más difíciles.
    8. No deben intentar controlar las situaciones, sino sus emociones. Una de las principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos los aspectos de nuestra vida. Por eso, cuando algo se nos escapa de las manos, nos sentimos culpables e inseguros. Sin embargo, las personas con capacidad de resiliencia saben que es imposible controlar todas las situaciones, han aprendido a lidiar con la incertidumbre y se sienten cómodos, aunque no tengan el control. Se centran en cambiar sus emociones, cuando no pueden cambiar la realidad.
    9. Deben ser flexibles ante los cambios. A pesar de que las personas resilientes tienen una autoimagen muy clara y saben perfectamente qué quieren lograr, también tienen la suficiente flexibilidad como para adaptar sus planes y cambiar sus metas cuando es necesario. Estas personas no se cierran al cambio y siempre están dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin aferrarse obsesivamente a sus planes iniciales o a una única solución.
    10. Deben ser tenaces en sus propósitos. El hecho de que los resilientes sean flexibles no implica que renuncien a sus metas, al contrario, si algo las distingue es su perseverancia y su capacidad de lucha. La diferencia estriba en que no luchan contra molinos de viento, sino que aprovechan el sentido de la corriente y fluyen con ella. Estas personas tienen una motivación intrínseca que les ayuda a mantenerse firmes y luchar por lo que se proponen.
    11. Deben afrontar la adversidad con humor. Una de las características esenciales de las personas resilientes es su sentido del humor, son capaces de reírse de la adversidad y sacar una broma de sus desdichas. La risa es su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse optimistas y, sobre todo, les permite enfocarse en los aspectos positivos de las situaciones.
  • Deben buscar la ayuda de los demás y el apoyo social. Cuando las personas resilientes pasan por un suceso potencialmente traumático su primer objetivo es superarlo, para ello, son conscientes de la importancia del apoyo social y no dudan en buscar la ayuda.
  • Y, sobre todo, no deben creer que han fracasado en su vocación. Deben ver tanto la nueva situación en la que se encuentran, como los años que vivieron consagrados, como etapas de su vida, que se suceden la una a la otra.

Si eres una persona secularizada o exclaustrada hazte estas preguntas:

  • ¿Soy muy extrovertido (me gusta estar con la gente)?
  • ¿Estoy abierto a nuevas experiencias?
  • ¿Soy consciente del trabajo que hago (soy perseverante)?
  • ¿Soy una persona agradable?
  • ¿Creo que la fuente de mi poder radica en mi interior?
  • ¿Me siento capaz de enfrentarme a las situaciones?
  • ¿Trato de encontrar sentido a lo que me sucede?
  • ¿Intento fragmentar las situaciones problemáticas en otras que resulten más manejables?
  • ¿Me siento motivado para enfrentarme a los problemas que me afectan?
  • ¿Soy una persona optimista, es decir, contemplo las cosas desde una perspectiva más positiva que negativa?
  • ¿Asumo o trato de asumir, en la medida de lo posible, el control de las circunstancias?
  • ¿Me gustan los retos y aprovecho como tales las ocasiones en que se presentan?
  • ¿Me comprometo a superar las cosas negativas que la vida me depara?
  • ¿Entiendo las circunstancias de mi vida y lo que puedo y no hacer con ellas?
  • ¿Tengo fe?
  • ¿Tengo sentido del humor?
  • ¿Soy una persona esperanzada?
  • ¿Me gusta probar cosas nuevas o contemplarlas de un modo nuevo?
  • ¿Estoy abierto al modo en que los demás se sienten?
  • ¿Soy una persona orientada hacia la acción, es decir, prefiero hacer algo a sentarme y esperar a que se hagan solas?
  • ¿Trato de estructurar activamente mi vida y de hacer planes?
  • ¿Cuento con una buena red de apoyo social, es decir, de personas con las que puedo contar?

A esta última pregunta, la mayoría de las personas secularizadas y exclaustradas tendrán que responder con un NO rotundo. Desde la Asociación Extramuros trabajamos para crear una red de apoyo para estas personas. Únete a nosotros para que su respuesta pueda ser SÍ.

Hortensia López Almán

 

NOTA

1.El arousal es un estado fisiológico del organismo en vigilia, en respuesta a estímulos internos y externos.

 

 

Bibliografía consultada

Williams, M.B. y Poijula, S. Manual del tratamiento del TEPT. 

Bilbao, Desclée de Brouwer, 2023.

Linares, R. (2023, octubre). Resiliencia: Los 12 hábitos de las personas resilientes. El Prado psicólogos. https://www.elpradopsicologos.es/blog/resiliencia-resilientes/

Leonard, J. (2021, agosto). ¿Qué es un trauma? Tipos, síntomas y tratamientos. MedicalNewsToday https://www.medicalnewstoday.com/articles/es/que-es-trauma

 

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